Dentro de 4.000 años nuestra
galaxia, la Vía Láctea, colisionará con Andrómeda. Lo dicen los científicos de la Nasa; ellos sí
que trabajan con antelación. Eso es meter horas para predecir el futuro y no lo
de los listillos de las agencias de calificación;
aunque me cuesta creer que no conocieran los datos que anunciaban la
catástrofe, simplemente no les interesó advertirnos de la colisión financiera
entre la realidad y la vida loca; más loca de unos que de otros.
Aún en pleno siglo XXI, las palabras
galaxia y Andrómeda siguen trasladando a historias de ciencia ficción.
La muerte de Ray Bradbury me ha
recordado a Julio Verne. Al viaje al centro de la tierra, a las 20.000 leguas de viaje submarino o el
más asombroso viaje a la luna. Cuando lo leía, el hombre –Amstrong, Aldrin y
Collins- ya había hecho realidad las páginas del escritor. ¿Sigue siendo
ciencia ficción? No estoy seguro.
En esto de la ciencia ficción –o
más o menos ciencia ficción- de Verne me adentré en Poe y después, ya mucho
tiempo después, en H. P. Lovercraf y ‘Los mitos de Cthulu’ y todo aquel lío de los
colores, investigadores y adoradores de extraños seres.
Las crónicas marcianas de Ray
Bradbury fueron el siguiente capítulo y uno de los mejores. Tengo que reconocer
que ‘Con ‘Fharenheit 451’ tomé un atajo. Vi la peli antes de leer el libro.
Las noticias dicen hoy que la
banca española necesita 40.000 euros según el FMI, que se transformar en
119.000 según Standard & Poors, una de aquellas agencias de calificación
que hace unos años fue incapaz de predecir la crisis financiera. Me gusta la
ciencia ficción y tengo que reconocer que con el homenaje a Ray, tras su fallecimiento, los chicos y chicas ‘standards&poors’
lo han clavado.
PD: 451 grados Fharenheit 451 es
la temperatura a la que arde el papel … ¿el de los informes de Standard &
Poors también?
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