viernes, 9 de marzo de 2012

Informático en Mónaco mon amour


No lo podemos negar. La idea que tenemos del informático –especialmente de la persona encargada de resolver problemas en los ordenadores y sistemas de las empresas- es la de un individuo introvertido, que viste ropa de otra década -¡OJO!-, no retro o vintage… de otra época.  Por lo general nos los imaginamos con gafas –demasiadas horas ante la pantalla-, que provienen de una época anterior a la que ya marcaba su vestuario; que, por cierto, rara vez conjunta.

Parecen despistados o ausentes, pero lo cierto es que se encuentran en otro mundo aunque que esté en este. Ellos dicen que es su código fuente, su forma de estar en la tierra. Si alguien ha visto la serie de televisión ‘The big bang theory’ se hará una idea de la descripción.

Cuando inician la reparación de tu equipo –nunca ordenador- te someten a un interrogatorio implacable sobre el sistema, las herramientas, la memoria, software y hardware, seguridad y, sobre todo y más importante… ¿habías guardado antes de que se colgara? Cuando te solucionan el problema sabes que se resisten a soltar algo así como: “La informática es una carrera entre ingenieros tratando de hacer mejores programas resistentes a idiotas, y el universo haciendo más y más grandes idiotas. Por ahora gana el universo”. Y aunque parecen Harry El Sucio 2.0… no les falta algo de razón.

Lo cierto es que un ordenador te ofrece más opciones para cagarla que cualquier otro objeto; quizá sólo superado a los sms de madrugada.

Exagero; sólo es un tópico. Un lugar común que el informático de la empresa Emersa –investigada por corrupción- se ha encargado de anular de golpe. Nada de despistado, siquiera introspectivo, el informático de Emersa era, según la Policía, un vivo y muy amigo de sus amigos; un tipo con los pies en el suelo y la cartera en un paraíso… fiscal. Al parecer, se encargaba de las compras de equipos informáticos para la empresa. Hasta ahí nada raro; salvo que adquirió cientos de ordenadores para una empresa en la que sólo trabajaban treinta empleados. Eso sí, con él difícilmente había averías, ya que renovaba los equipos cada año.

Estas operaciones –en las que parece hinchaba las facturas y se llevaba comisiones- le permitieron terminar de un plumazo con otro de las sambenitos de los informáticos. El tío se podía decir que iba a la  última en todo. Por ejemplo en materia inmobiliaria y de transporte. La Policía contabiliza  16 coches de lujo (llegó a tener ocho todoterrenos); cinco chalets (uno en Mónaco) y un yate privado.
Por supuesto en la empresa Emarsa no queda un euro; los agentes hablan de saqueo y de algún alcalde implicado. Para la treintena de empleados había comprado 400 monitores y 200 impresoras, que no fuera a ser por falta de infraestructura.

Me vienen a la memoria algunos informáticos que no entran del todo en el tópico, pero que al conocer esta noticia será difícil que no traduzcan al lenguaje binario su lamento... ¿y nosotros que hacemos en el mundo 2.0? Lo dicho, hay otros mundos, pero están en este... y el que no corre vuela.

1 comentario:

  1. Pues yo me veo más como Neo en Matrix (al final si que vamos a ser un poco frikis).

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