Óscar Sánchez ya está en
libertad. Ha regresado a su casa en Montcat y a su trabajo de lavacoches. Óscar
ha pasado dos años recluido en una prisión italiana. Lo confundieron con un
narco. Le acusaban de ser, nada menos, que el organizador de una red de tráfico
de hachís.
Al parecer la pista que puso en
marcha su detención fue su DNI. El Documento Nacional de Identidad de Óscar
Sánchez fue encontrado por la Policía Italiana en un hotel donde se hospedó el
traficante. La solicitud de extradición de la Justicia italiana fue aprobada
por España y Óscar cambió su domicilio a unos kilómetros de Barcelona por dos
añitos a la sombra, que dirían
Mortadelo y Filemón.
Por fin, Óscar ha logrado
demostrar su inocencia, basada en la sustracción del DNI. Después de ver en
televisión el corte de mangas que le dedica a la Justicia Italiana su inocencia
no puede cuestionarse.
En las mismas imágenes, Óscar
sale de la prisión con un andar peculiar y la memoria me ha jugado una de las
suyas. De repente he visto a Kevin Spacey interpretando el doble papel del
capo, Keyser Soze, y del informador
de la Policía, Roger Klint. La
película se llama ‘Sospechosos habituales’ y la pena es que gracias a su
espectacular final sólo se puede ver una vez.
Sería irónico que Óscar hubiera
conseguido dársela con queso a los polis italianos al estilo de Keyser Soze; hablándoles de lugares,
fechas, actividades y coartadas en una lección magistral de improvisación
sustentada en los datos que encontrara a primera vista frente a él.
Pero aún más irónico es que un
inocente –sobre el que no tienen más prueba que un DNI sustraído- pase dos años
en la cárcel acusado de organizar una red de narcotráfico y dos países que
presumen de su Justicia lo permitan. Aunque claro, en uno de ellos se han
pasado la democracia por el arco del triunfo para elegir sustituto para el presidente
que les avergonzaba y en el otro, pues eso, condenan a jueces por investigar a
los malos e invalidan procesos contra el dopaje, en los que se ha pillado a la
peña con las manos en la EPO. Sospechosos habituales.
Espero qué Óscar tenga razón y
que como dijo al llegar a su casa: “Después de lo que me han hecho pasar me
tienen que dar algo”. Ya veremos.
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