martes, 8 de noviembre de 2011

Renunciando al talento

Pues el debate de los candidatos no me gustó. Tengo la sensación de que los únicos contentos fueron los entrenadores. Fue como esos partidos de fútbol en los que prevalece la táctica frente al talento y la improvisación de los jugadores. Vamos, esos encuentros en que los entrenadores salen con una sonrisa de oreja a oreja y los espectadores bostezando. Puede, que cada uno lograra cumplir los objetivos de su partido, pero no tengo claro que los ciudadanos disfrutaran.
Los debates son algo diferente, son conversaciones o acciones que contraponen ideas o estilos opuestos o diversos, que ofrecen alternativas según tengamos en cuenta múltiples parámetros de juicio. No algo encorsetado por las reglas y los protagonistas. 

Utilizando un símil deportivo, es tener la opción de elegir entre la explosividad de Perico Delgado o la calculadora y consistencia de Miguel de Induraín. Es plantear la duda sobre quién es mejor Epi o Navarro y  valorar al mismo tiempo cómo se defendía a los tiradores en una época y otra (Youtube permite hacerlo); es, por ejemplo y aunque no entiendo ni papa de boxeo, decantarse por Mohamed Alí o por el recientemente fallecido Joe Frazie, tras el legendario combate que disputaron ambos el 8 de marzo de 1971 en el Madison Square Garden.

Un debate es preguntarse quién ha sido el mejor jugador de fútbol de la Historia ¿Pelé o Maradona? Aunque los que le vieron jugar no tengan dudas: fue Di Stéfano. También puede generar un debate proponer la difícil elección sobre la mejor pareja de rivales Lendl-McEnroe; Navratilova-Evert Lloyd; Agasi-Sampras o Federer-Nadal. Aquí no hay trampa ni cartón; en todos los casos se enfrentan jugadores y jugadoras con características absolutamente contrapuestas, que aúnan técnica, espectacularidad, el carácter ganador, valores como el esfuerzo, el respeto por el rival –aquí John cojea- la lucha por cada pelota, o el dominio de todos los aspectos del tenis. ¿Quiénes fueron los mejores? ¿Con quiénes disfrutamos más?

 El debate será igual de interesante si contraponemos a Jordan y Kobe, Senna y Prost, a los pioneros del milquinientos José Luis Gonzáles y José Manuel Abascal –o Coe, Cram y Ovett-; Karpov y Kasparov; o Lewis y Bolt. E igual pasa en la música, el cine o la literatura. Los Rolling o los Beatles; Almodovar o Amenabar; Quevedo y Góngora, por aludir, tan sólo, a dos que además no eran precisamente amigos.

Todos pueden ser comparados por su talento o su capacidad de sorprender; por eso es interesante y divertido el debate.

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