miércoles, 14 de diciembre de 2011

Si juegas en la mierda, te ensucias

Vamos a poner la presunción de inocencia por delante. Camps, Costa, Urdangarin, Fabra o Blanco, etc no son culpables mientras la Justicia no dicte un fallo condenatorio.
El problema para los ciudadanos, para la gente que está pasándolo realmente mal, para más de cinco millones de parados, es que escuchan y leen noticias en las que estos personajes y otros parecen haberse aprovechado de situaciones de privilegio y encima, lo han hecho cuando no lo necesitaban. Lo tenían todo. Cometieron las presuntas irregularidades cuando su posición social y económica era infinitamente mejor que la de la inmensa mayoría de las personas. Por eso, ‘cuando no lo necesitaban’ es quizá, en estos días, la parte más hiriente de todos estos casos.
Y es que los ciudadanos habían llegado a un punto de aceptación por resignación de la connivencia entre algunos políticos y algunos empresarios –me niego a generalizar-; empiezas aceptando que te regalen un maletín (en principio vacío, lo que mola es que sea de piel auténtica de foca) o un bolso, luego una espectacular cesta de Navidad; más tarde te facilitan el acceso a un crédito bancario; obtienes más facilidades para comprar un deportivo y al final no te queda otro remedio que devolver el regalo… un contrato público multimillonario para recoger basuras, construir una autovía o un tren de alta velocidad o incluso un aeropuerto. Nunca hay que olvidar el refranero español -lo importante es parecer patriota- y recordar que de bien nacidos es ser agradecidos.
Los ciudadanos se enteraban de vez en cuando de algún caso de corrupción por los medio de comunicación; no suele pasar mucho más. También se enteran por el mismo medio de la detención de un padre, en paro desde hace año y medio, mientras robaba pan para darle de comer a sus tres hijos y a su mujer. Le esperan entre tres y seis años de cárcel y éste sí que lo necesitaba. Lo de la cárcel no; el pan.
Resulta especialmente difícil de entender a Iñaki Urdangarín. Lo tiene todo y no le peligra nada. Entonces ¿por qué jugar con gente que sabes que se mueve en terrenos pantanosos? ¿por qué relacionarte con políticos de dudosa honorabilidad o empresas que llevan años levantando sospechas de irregularidades?
Culpables, inocentes o medioculpables y medioinocentes… si jugas en la mierda, te ensucias.

* Viñeta de El Roto, El País.

2 comentarios:

  1. Porque la mujer del César, además de ser, ha de parecer honrada, cada vez le doy más importancia a la transparencia y a la política de gestos.

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